por Catalina Sánchez Montoya
TransMilenio
es una palabra que tiene muchas percepciones en el imaginario colectivo de los
bogotanos: calles rotas, huecos, lentitud, corrupción, malas decisiones y obras
en construcción, son sólo algunos ejemplos negativos que acarrea el vocablo. El
sistema está en crisis y existen opiniones de quienes quieren defender
TransMilenio desde su proyección y de aquellos que a diario tienen que
enfrentarse a un caos para movilizarse.
Así pues, es necesario conocer el sistema masivo de transporte desde su
planeación y comprobar si dichas expectativas iniciales se cumplen en la
realidad o no.
Establecer un
sistema masivo de transporte en una ciudad con casi siete millones de habitantes,
no es tarea fácil. Es por eso que la planeación y el diseño de las rutas hacen
parte de una de las tareas más arduas que les conciernen a ingenieros civiles y
arquitectos que involucran sus conocimientos en el desarrollo de dichos
proyectos.
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Rutas de Transmilenio. Archivo inbogota.com |
Omar Melo, ingeniero
civil que trabaja para TransMilenio S.A, dice que uno
de los principales aspectos que hay que tener en cuenta para diseñar las rutas
es conocer plenamente la demanda de los usuarios (en lugares y horarios
específicos), para satisfacerla de la mejor manera posible. “Para eso, la ciudad se clasifica en
diferentes zonas de acuerdo con su ubicación y condiciones socioeconómicas. Con
esa información y con la utilización de software especializados, se establecen
cuáles son las zonas con mayor demanda y oferta de viajes.”
Además, también
es necesario tener en cuenta la infraestructura vial disponible, la capacidad
institucional de la ciudad y el marco regulatorio existente. Sin embargo, según
Melo, el problema realmente no radica en
la planeación de los proyectos, sino en la carencia de disposición política y
en la falta de una entidad que se dedique únicamente a regular y a velar por la calidad del transporte, aspecto
que según él, ha generado los actuales inconvenientes de movilidad, lentitud y
desorden.
“A pesar de
los problemas que presenta el sistema, los usuarios quieren a TransMilenio y debido a que en algunas zonas es la única opción
que tienen para su movilización, no tienen más remedio que utilizarlo y
valorarlo.” Y es que según la
página oficial de TransMilenio, el número de pasajeros que han utilizado el
medio de transporte hasta julio de 2011 resulta un total de tres mil 432
millones 468 mil pasajeros.
A pesar de las
cifras oficiales (que apuntan a que el 80% de los usuarios se sienten
conformes), TransMilenio ha perdido en los últimos años su popularidad, debido
a una cadena interminable de factores, incluidos la demora en la construcción
de las siguientes fases, los escándalos de corrupción, el mal estado de las
vías y de los buses, la inseguridad y la lentitud.
El impacto real
Es posible
vislumbrar que hoy en día la planeación y el objetivo de satisfacer a los
clientes, está un poco distante de la realidad y son precisamente veedurías como “La Séptima
se Respeta”, dirigida por líderes
cívicos y académicos como Angélica Lozano Correa, Javier Santiago Lozano, Natalia de la Vega y
Andrés Felipe Lizarralde, entre otros, quienes aseguran que “investigaciones
a profundidad sobre el proyecto de la construcción de TransMilenio nos llevó a
concluir que la obra era una total improvisación”, motivo por el cual decidieron unirse en junio del
presente año para recolectar firmas y oponerse rotundamente al levantamiento de
la carrera séptima.
Y no es gratuito que la veeduría ciudadana haya
recolectado aproximadamente cincuenta mil firmas para que no se realizaran
obras en la carrera séptima. Eso sin contar que en las redes sociales, tienen
alrededor de 1000 seguidores. Ciudadanos que, de alguna forma u otra, piensan
que tanto la proyección de TransMilenio, como el servicio están fallando.
Heriberto Triana Alvis, arquitecto y ex
subsecretario técnico de tránsito, concuerda con que TransMilenio es
actualmente un desastre al que le falta más planeación y asegura, contrario a lo expuesto por Melo, que
el sistema no fue creado para satisfacer la demanda total de la capital,
aspecto que hoy en día se ve reflejado.
“El sistema inicialmente no
fue pensado para satisfacer la demanda real, sino solo para cubrir el 20% de
ésta. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que su implementación ha sido
dividida por etapas, lo que ha evitado la efectividad porque apenas se está
construyendo la Fase III y se supone que faltan dos más, entonces si ni
siquiera está terminado, es imposible pensar que se va a satisfacer la
demanda”. TransMilenio, además, ha resultado algo excluyente
porque hay zonas donde no llegan para nada ni las estaciones, ni los
alimentadores, a lo que Triana insiste en que para que tal medio de transporte
sea verdaderamente considerado como un “sistema”, es necesario aumentar las
rutas de alimentadores o pensar en aquellos que aún tienen que movilizarse
mediante bicitaxis, mototaxis y otros tipos de transporte informal.
El número de
pasajeros que han utilizado el medio de transporte hasta julio de 2011 es un total de tres mil 432 millones 468 mil pasajeros. |
De igual forma, asegura que TransMilenio sólo al
principio fue lo que se prometió en las propagandas. “En la publicidad inicial, uno veía a un ejecutivo sentado en sillas
supremamente cómodas, leyendo el periódico, sin exceso de gente, sin caos, etc.
Entonces se vio como una maravilla, pero con el paso del tiempo, no solo ha
crecido la demanda y se han retrasado las obras de las otras fases, sino que
también se ha perdido la rapidez y la seguridad. Los buses ya no son tan ágiles
como antes y ya están viejos. A eso hay que sumarle que los conductores no
manejan apropiadamente y hay muchos accidentes, más el hecho de que roben y que
le falten al respeto a las mujeres, todo eso hace que ya no sea seguro.”
Paradójicamente, Melo coincide en que,
independientemente de lo que sienta la gente hacia TransMilenio y del supuesto
esfuerzo en complacer la demanda, el
sistema se encuentra atravesando una grave crisis. “Desafortunadamente el éxito que
tuvo el sistema en sus inicios, no es el mismo, el aumento de la demanda y la
demora en la implementación total de las fases del sistema, ha logrado que en
estos momentos haya colapsado. Así mismo, los daños que presenta la
infraestructura no garantizan que las velocidades de recorrido sean las
mismas.”
Triana añade que “este es el peor momento de
TransMilenio”, ya que además de todos los problemas ya mencionados, las
personas no poseen una verdadera cultura ciudadana, lo que agrava el caos en
horas pico, haciendo que sea todo más complicado.
Y como él, piensan muchos otros ciudadanos. Tal es
el caso de Daniela Pérez, estudiante de Economía de la Universidad Nacional,
quien asegura que usa TransMilenio únicamente porque no tiene otro medio para
llegar a su destino y añade que lo que más detesta del medio de transporte es por
un lado, la falta de cultura y respeto de la gente y por otro, la incomodidad. “Cuando yo me subo a un TransMilenio, me doy
cuenta de que las personas son muy cochinas, y no solo empujan, sino que al no dejarlos pasar te
gritan groserías y eso sin contar que los hombres a veces son unos
aprovechados.”
Es evidente que en el transporte del milenio, los diseños
de planeación y los supuestos estudios de la demanda con el fin de
satisfacerla, no tienen nada que ver con lo que las personas viven a diario,
apiñadas adentro de un bus rojo. Y si aún hay usuarios es porque no se le están
otorgando muchas otras opciones a la ciudadanía, que, después de todo y
soportando los percances, tiene que seguir movilizándose.
“TransMilenio necesita rodearse de más cosas que
lo complementen, como más rutas de alimentadores y desde luego, más estaciones
que deben ser terminadas rápidamente. Hay que seguir pensando en el 80% de los
que faltan.”, finaliza Triana.
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