martes, 20 de septiembre de 2011

El transporte del milenio: proyección versus impacto


por Catalina Sánchez Montoya

TransMilenio es una palabra que tiene muchas percepciones en el imaginario colectivo de los bogotanos: calles rotas, huecos, lentitud, corrupción, malas decisiones y obras en construcción, son sólo algunos ejemplos negativos que acarrea el vocablo. El sistema está en crisis y existen opiniones de quienes quieren defender TransMilenio desde su proyección y de aquellos que a diario tienen que enfrentarse a un caos para movilizarse.  Así pues, es necesario conocer el sistema masivo de transporte desde su planeación y comprobar si dichas expectativas iniciales se cumplen en la realidad o no.

Establecer un sistema masivo de transporte en una ciudad con casi siete millones de habitantes, no es tarea fácil. Es por eso que la planeación y el diseño de las rutas hacen parte de una de las tareas más arduas que les conciernen a ingenieros civiles y arquitectos que involucran sus conocimientos en el desarrollo de dichos proyectos.

Rutas de Transmilenio. Archivo inbogota.com
Omar Melo, ingeniero civil que trabaja para TransMilenio S.A, dice que uno de los principales aspectos que hay que tener en cuenta para diseñar las rutas es conocer plenamente la demanda de los usuarios (en lugares y horarios específicos), para satisfacerla de la mejor manera posible. “Para eso, la ciudad se clasifica en diferentes zonas de acuerdo con su ubicación y condiciones socioeconómicas. Con esa información y con la utilización de software especializados, se establecen cuáles son las zonas con mayor demanda y oferta de viajes.”

Además, también es necesario tener en cuenta la infraestructura vial disponible, la capacidad institucional de la ciudad y el marco regulatorio existente. Sin embargo, según Melo, el  problema realmente no radica en la planeación de los proyectos, sino en la carencia de disposición política y en la falta de una entidad que se dedique únicamente a regular y  a velar por la calidad del transporte, aspecto que según él, ha generado los actuales inconvenientes de movilidad, lentitud y desorden.  

A pesar de los problemas que presenta el sistema, los usuarios quieren a TransMilenio y debido a que en algunas zonas es la única opción que tienen para su movilización, no tienen más remedio que utilizarlo y valorarlo.” Y es que según la página oficial de TransMilenio, el número de pasajeros que han utilizado el medio de transporte hasta julio de 2011 resulta un total de tres mil 432 millones 468 mil pasajeros.

A pesar de  las cifras oficiales (que apuntan a que el 80% de los usuarios se sienten conformes), TransMilenio ha perdido en los últimos años su popularidad, debido a una cadena interminable de factores, incluidos la demora en la construcción de las siguientes fases, los escándalos de corrupción, el mal estado de las vías y de los buses, la inseguridad y la lentitud.

El impacto real 

Es posible vislumbrar que hoy en día la planeación y el objetivo de satisfacer a los clientes, está un poco distante de la realidad  y son precisamente veedurías como “La Séptima se Respeta”, dirigida por  líderes cívicos y académicos como Angélica Lozano Correa,  Javier Santiago Lozano, Natalia de la Vega y Andrés Felipe Lizarralde, entre otros, quienes aseguran que  investigaciones a profundidad sobre el proyecto de la construcción de TransMilenio nos llevó a concluir que la obra era una total improvisación”, motivo por el cual decidieron unirse en junio del presente año para recolectar firmas y oponerse rotundamente al levantamiento de la carrera séptima.

Y no es gratuito que la veeduría ciudadana haya recolectado aproximadamente cincuenta mil firmas para que no se realizaran obras en la carrera séptima. Eso sin contar que en las redes sociales, tienen alrededor de 1000 seguidores. Ciudadanos que, de alguna forma u otra, piensan que tanto la proyección de TransMilenio, como el servicio están fallando.

Heriberto Triana Alvis, arquitecto y ex subsecretario técnico de tránsito, concuerda con que TransMilenio es actualmente un desastre al que le falta más planeación y  asegura, contrario a lo expuesto por Melo, que el sistema no fue creado para satisfacer la demanda total de la capital, aspecto que hoy en día se ve reflejado.

“El sistema inicialmente no fue pensado para satisfacer la demanda real, sino solo para cubrir el 20% de ésta. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que su implementación ha sido dividida por etapas, lo que ha evitado la efectividad porque apenas se está construyendo la Fase III y se supone que faltan dos más, entonces si ni siquiera está terminado, es imposible pensar que se va a satisfacer la demanda”.  TransMilenio, además, ha resultado algo excluyente porque hay zonas donde no llegan para nada ni las estaciones, ni los alimentadores, a lo que Triana insiste en que para que tal medio de transporte sea verdaderamente considerado como un “sistema”, es necesario aumentar las rutas de alimentadores o pensar en aquellos que aún tienen que movilizarse mediante bicitaxis, mototaxis y otros tipos de transporte informal.

El número de pasajeros que han utilizado
el medio de transporte hasta julio de 2011
es un total de tres mil 432 millones 468 mil pasajeros.
De igual forma, asegura que TransMilenio sólo al principio fue lo que se prometió en las propagandas. “En la publicidad inicial, uno veía a un ejecutivo sentado en sillas supremamente cómodas, leyendo el periódico, sin exceso de gente, sin caos, etc. Entonces se vio como una maravilla, pero con el paso del tiempo, no solo ha crecido la demanda y se han retrasado las obras de las otras fases, sino que también se ha perdido la rapidez y la seguridad. Los buses ya no son tan ágiles como antes y ya están viejos. A eso hay que sumarle que los conductores no manejan apropiadamente y hay muchos accidentes, más el hecho de que roben y que le falten al respeto a las mujeres, todo eso hace que ya no sea seguro.”

Paradójicamente, Melo coincide en que, independientemente de lo que sienta la gente hacia TransMilenio y del supuesto esfuerzo en complacer la demanda,  el sistema se encuentra atravesando una grave crisis.Desafortunadamente el éxito que tuvo el sistema en sus inicios, no es el mismo, el aumento de la demanda y la demora en la implementación total de las fases del sistema, ha logrado que en estos momentos haya colapsado. Así mismo, los daños que presenta la infraestructura no garantizan que las velocidades de recorrido sean las mismas.”

Triana añade que “este es el peor momento de TransMilenio”, ya que además de todos los problemas ya mencionados, las personas no poseen una verdadera cultura ciudadana, lo que agrava el caos en horas pico, haciendo que sea todo más complicado.

Y como él, piensan muchos otros ciudadanos. Tal es el caso de Daniela Pérez, estudiante de Economía de la Universidad Nacional, quien asegura que usa TransMilenio únicamente porque no tiene otro medio para llegar a su destino y añade que lo que más detesta del medio de transporte es por un lado, la falta de cultura y respeto de la gente y por otro, la incomodidad. “Cuando yo me subo a un TransMilenio, me doy cuenta de que las personas son muy cochinas, y no solo  empujan, sino que al no dejarlos pasar te gritan groserías y eso sin contar que los hombres a veces son unos aprovechados.”  

Es evidente que en el transporte del milenio, los diseños de planeación y los supuestos estudios de la demanda con el fin de satisfacerla, no tienen nada que ver con lo que las personas viven a diario, apiñadas adentro de un bus rojo. Y si aún hay usuarios es porque no se le están otorgando muchas otras opciones a la ciudadanía, que, después de todo y soportando los percances, tiene que seguir movilizándose.

“TransMilenio necesita rodearse de más cosas que lo complementen, como más rutas de alimentadores y desde luego, más estaciones que deben ser terminadas rápidamente. Hay que seguir pensando en el 80% de los que faltan.”, finaliza Triana.

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